El Consejo de Gobierno de la Región de Murcia, a propuesta a propuesta de la Consejería de Presidencia, Turismo, Cultura, Juventud, Deportes y Portavocía, ha anunciado de manera oficial que las Fiestas de la Santísima Cruz de Abanilla tienen el visto bueno para ser declaradas Bien de Interés Cultural de carácter inmaterial.
Con este refrendo se pone el broche final a un expediente iniciado en octubre de 2022 y logra de esta manera uno de los objetivos prioritarios fijados antes de iniciar celebración de su Año Jubilar en 2026 con motivo del V Centenario de la Hermandad. Un logro que permite reconocer y proteger el legado con el que cuenta la Hermandad y el cual ha perdurado en el tiempo boca a boca de padres a hijos de manera ininterrumpida durante más de 500 años de historia.
Con esta declaración de BIC se consideran protegidos los bienes inmuebles especialmente vinculados con el bien inmaterial: la parroquia de San José y su entorno, la plaza del Ayuntamiento y las fachadas de los inmuebles que la conforman, el propio Ayuntamiento, el parque de la Ermita y los muretes de mampostería y piedra seca ubicados frente al parque, la ermita de la Santa Cruz, en Mahoya, la Acequia Mayor de Mahoya a su paso por la ermita, y la plaza de Mahoya y las fachadas de los inmuebles que la conforman.
El Servicio de Patrimonio Histórico de la Comunidad resalta en el expediente de declaración como BIC que la manifestación de estas fiestas es mantenida por sus protagonistas, personas de todas las edades del pueblo de Abanilla que participan en ellas, y suponen un lugar de encuentro y reconocimiento identitario, al tiempo que recrean la historia.
Esta celebración, que se transmite de generación en generación, es un rito de fertilidad de los campos que llega de la mano del agua de la acequia y que es distribuida durante la mañana del día 3 de mayo, tras la romería, en la ermita de Mahoya.
La presencia de los pajes de la Santísima Cruz y los de la soldadesca poseen una gran singularidad en la celebración de las fiestas, tanto desde el punto de vista simbólico como estético. El rito de vestir a los niños, la propia vestimenta y la transmisión de los conocimientos entre generaciones es otro de los detalles que enfatizan la autenticidad de estas fiestas.